22 abril, 2005

Léelo, con la nariz

Es el día de año nuevo
hace buen tiempo.
Cuento yo poca edad, no sé, pero poca.
Ayer, toda la noche anterior... ¿hasta las dos o las tres?
en casa de mis abuelos, toda la familia juntos:
mi abuelo,
mi abuela,
mis padres,
mis tios y primos,
ha sido una cena ceremoniada.
Hoy toca en casa,
sólo dos o tres veces al año vienen mis abuelos a comer a casa.
Hemos ido a por ellos,

mi abuelo está casi inválido y...
¡ es una fiesta para él salir de casa,
a casa de su hija!
Luego vendran los demás... al café.

Mi madre se esmera en hacer su caldo,
es un caldo completo, de lujo, de fiesta...
tiene pelota y .... muchiiiisimos garbanzos, como a mi me gusta.

lo tiene pensado desde hace días;
tiene de todo, y lo prepara con todo el amor que una mujer tiene a toda su familia...

El puchero empieza a quejarse...
¡ Qué calor !
Chup... chup...
primero huele crudo...
pero al pasar poco tiempo, ahhhhhh...
ese aroma de caldo de navidad !!!
y mientras yo, haciendo tiempo no sé con qué...

quizá viendo los saltos de esquí en la tele.
Y el vapor, que, como si nada, pide permiso para emerger

y su manifestación dulce, salada, casi insolente, casi imperceptible...
se estructura y se cuela por todos los rincones...

todos y cada uno de sus aromas luchan por prevalecer
invade poco a poco la cocina
luego el pasillo
luego... todo
toda la casa.... hasta los armarios....
los cajones...
cada rincón perfectamente aromatizado.
plenitud...

felicidad


Así, de igual forma, has invadido mi corazón.
Poco a poco
despacito
fírmemente
con cautela
pero
definitivamente.




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