23 mayo, 2005

3 euros entrada y cerveza

Había cultivado su mostacho hasta pasado el ridículo,
con esmero, durante años lo trabajaba a diario,
el efecto era extraño, tan largo, curvado y fino,
tan hacia arriba y engominado,
que parecía encarcelar capacidad olfativa entre paréntesis,
efecto sin duda ordenado por su subconsciente,
pues seguro que lo que había logrado en su vida,
con su esforzado y apocado buen gusto,
no le daba bien en la naríz !
Ni a él ni a casi nadie de los que infelizmete, en su día de relax turístico,
se tropezaban con su intento de inmortalizar su ego egoísta,
a los que ofrecía consumición con la entrada,
puede que por vergüenza, o más posible, en defensa de su integridad física.
Despropósito de esfuerzo e intención desacertada.
O quizá, tan sólo, mal gusto.

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